La primera entrevista que hice a un escritor fue a Andrés Rivera. Yo acababa de leer La Revolución es un sueño eterno, la novela que marcaría de manera particular a muchos que en aquellos momentos teníamos preguntas sobre la Historia argentina, sobre la literatura y el estilo.
Rivera estaba instalándose en una barriada de Córdoba, pensando que podía sentarse a escribir más o menos a salvo de los ruidos de la capital y los de su propia historia. Empecé a preguntarle por el libro (acababa de ganar el Premio Nacional de Literatura), pero cautivado por su personalidad (a priori seca, hosca), terminé indagando sobre su vida: sus padres escapados del nazismo, los trabajos en fábricas, la militancia durante la dictadura, sus seudónimos y los años en China como miembro del partido comunista. Estaba frente a un escritor enorme con una vida de novela. Luego habló de la muerte de su hijo. Entonces, le pregunté para qué sirve la literatura. El hombre me miró fijo por unos segundos, y me dijo: para sobrevivir.
Cuando entrevisto a escritores, llego a ellos atraído por su literatura, pero a veces caigo en el recurrente error del principiante y les pregunto por sus vidas, o al menos por ese personaje público que la mayoría acaba construyendo y adorando.
Al final, a casi todos les hago la misma pregunta, como un periodista novato que no logra salir de esta única duda: ¿para qué sirve la literatura?
Algunos repiten una respuesta ya muchas veces practicada (lógico: la pregunta carece de toda originalidad), otros improvisan como pueden y los más, que saben que no hay réplica posible, miran con ojos llenos de angustia, intentando saber qué es eso, para qué sirve esto que ocupa casi toda su vida y mejor vámonos a tomar un trago.
¿Para qué sirve la literatura? Lo que algunos me han dicho:
José Saramago: “Ante el frío y las desilusiones, la literatura sirve para calentarnos las manos en la misma hoguera”
Rosa Montero: “Las novelas son los sueños de la Humanidad. Y si no pudiéramos soñar, nos volveríamos aún más locos de lo que somos. La literatura nos enseña lo que somos, nos hace más sabios con respecto a nuestra propia condición, nos permite crecer y soñar”
John Banville: “No creo que la literatura, o la ficción sirva para algo, excepto iluminar un par de puntos ciegos de la realidad. El arte es inservible… o mejor dicho, inútil. Y eso es precisamente lo que lo vuelve valioso”
Enrique Vila-Matas: “Para buscar la verdad. La que busco a través de una fusión entre mi vida y la ficción”
Jorge Volpi: “La literatura sirve para creer, durante los escasos momentos de su escritura, que la incertidumbre es controlable. Al final esto se revela como un fracaso, como debe ser”
Ena Lucía Portela: “La literatura es más que una protección para mí. Es el centro de mi vida. De paso, me sirve para apartarme de todo. Y soy así, como mi literatura. Seria, pero no tan seria, y para nada solemne”
Pedro Mairal: “Uno siente que nada tiene sentido cuando no escribe. Que uno no merece esta vida. Escribir es rendir un tributo”
Peter Carey: “Para llegar a algo nuevo, inventar palabras, gente que desconozco, hechos que me reinvento del todo, trajes, ropas, expresiones, maneras que nadie conoce”
Rodrigo Fresán: “Para no ser bancario, con todo respeto a los bancarios”
Ivan Thays: “Para entender”
Bernard Schlink: “Para ayudarnos a entender la Historia”
Pedro Juan Gutierrez: “Para olvidar”
Yasmina Reza: “La literatura sirve para consolar”
Alfredo Bryce Echenique: “Para que me quieran mis amigos”
Hanif Kureishi: “[Ante el fundamentalismo] para saber que existe más de un libro”
Adam Zagajewski: “Para buscar. No se sabemos nada de nada, por eso un poeta debe seguir buscando”
Annie Proulx: “Para contar la vida”