Venecia del oeste
“Hay-On-Wye siempre aspiró a ser la Venecia del Oeste” decía Peter Florence, mientras veia caer la lluvia incesante. Una bailarina con botas de goma y paraguas se paseaba por el predio, entre carpa y carpa, bajo el agua que convertía al Hay en un barrizal en medio de la montaña. Pero los visitantes insistían en oír algunas de las intervenciones, tomarse una cerveza, un café o lo que sea. Es que no van a ser los ingleses los que se amedrenten por un “poco” de lluvia. Pero esta lluvia, acabó resfriando a Salman Rushdie que no dejaba de estornudar. En su primera charla, una ponencia casi académica sobre la Florencia y la corte de Mughal del Siglo XXVI, con power point incluido, convocó a personas de lo más disímiles. No me refiero a Andrés Neuman, si a un par de hooligans que bebían cerveza tras cerveza para reírse de vez en cuando de los chistes (que no eran tales) y acabar durmiendo como bebés sobre el vecino de atrás. Supongo que estas cosas sólo pueden pasar en un lugar como este.
Entre las carpas, bajo la misma lluvia, se paseaba el ex presidente norteamericano Jimmy Carter, su mujer Rosalyn y doce guardaespaldas intercomunicados. Al mediodía, nos subieron a 37 periodistas en un autobús, y nos llevaron costeando el río a una escuela a 15 minutos del Hay. Constatada la lista de acreditados con rigurosidad, esperamos la llegada de Carter & señora & 12 seguratas, quienes se distribuyen en la sala estratégicamente: Carter en el escenario, la señora en la primera fila, un guardaespaldas en cada esquina, los demás sentados entre los periodistas. La exposición del ex presidente fue sobre el conflicto de Medio Oriente, por el que se demostró optimista y pidió a Europa que se involucre de una manera más comprometida. Mientras Carter hablaba con los periodistas (en realidad con los 3 periodistas autorizados), Naomi Klein presentada como “analista radical” habló de su nuevo libro, La doctrina del shock.
El reverendo Gene Robinson, obispo anglicano de New Hampshire, famoso en los Estados Unidos por su militancia homosexual y por su llamativa sotana púrpura fluorescente, participaba en el Hay para hablar sobre la iglesia y con Carter, así que intentaba por todos los medios evitar a Christopher Hitchens. Es que a esa misma hora, Hitchens presentaba su libro God is not great frente a un auditorio que quería polémica. Como él. Y la tuvieron. La gente se paraba para inquirir a Hitchens que se defendía con su habitual dialéctica. Pero el público no se quedaba atrás y retrucaba cada una de sus ingeniosas frases. Por si le hiciera falta, Hitchens estuvo calentando motores desde día anteriores cuando paseaba su look gonzo por la sala de los invitados discutiendo con uno, perdiéndosele a los coordinadores, mojándose bajo la lluvia, siempre con anteojos de sol y una botella envuelta en una bolsa blanca, a tono con el traje, tal como lo caricaturiza la revista Prospect de este mes.
La noruega Åsne Seierstad, autora de El librero de Kabul, presentó (junto a Hitchens, precisamente, que no había leído el libro) su nuevo libro: El ángel de Grozni. La imagen de esta periodista-escritora, cara angelical y embarazada de siete meses, dista mucho de las experiencias que relata, cuando trabajaba como corresponsal de guerra en Kosovo, Afganistán o Irak. También estaba John Boyne, autor del best seller mundial El niño con el pijama a rayas, que simpáticamente nerd respondió todas las preguntas menos la de un niño de 6 años: ¿por qué el pijama era a rayas y no a cuadros?
Ente gestos de mal humor y chistes, Hanif Kureishi estuvo en el Hay para hablar de su ultimo libro, Something to tell you (que Anagrama publicará el próximo año). Más que de su libro, habló de su tarea como profesor de escritura creativa. “Los alumnos van al taller como quien va a un hospital psiquiátrico”, dijo. Por eso les pone a todos la misma calificación: 71%. “Esto es porque van bien vestidos”, remató.